viernes, 6 de mayo de 2011

Time.

El mundo gira, con él nosotros. Seres atados a un tiempo inventado por ellos mismos, torpeza supina de ser esclavos de algo inmaterial pero, sin embargo, perceptible en la piel. En el paso de los días, en las ilusiones que se desvanecen dejando paso a otras frescas y rebosantes de luz que llena de esperanza, que nos mantiene incandescentes y en soñadora actividad.

Quién no le tiene miedo al paso de la vida, a los años que vuelan sin que nos demos cuenta. Cuántas veces habremos deseado que, como decía Holden Caulfield en El guardián entre el centeno, hubiera ciertas cosas y momentos que permanecieran guardados en vitrinas de cristal, inmutables al descarado tiempo.

Quizás sea tiempo de olvidar el tiempo.

Seamos nosotros por y para nuestros deseos de construir una vida donde nos encontremos bañados el uno en el otro. Nuestra vida, en definitiva.


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