viernes, 5 de octubre de 2012

Dependencia bendita.

Te busco frenéticamente en un caótico compás de pasos acelerados. Huyes. Veo tu sombra reflejada en todas partes, o puede que me esté engañando y sólo vea mis ganas de verte. De olerte y tocarte. Te vas. Te diluyes como acuarela en agua. Sigo persiguiendo el atisbo de tu sombra hasta que tropiezo y caigo encima tuya. Aquí estás, lo llenas todo. Estás en todas partes. Buscándome con los ojos y con la boca.

Consúmeme.


Tengo ronca el alma de quererte
en esta soledad llena que me ahoga.
Tengo los ojos llenos de luz de imaginarte
y tengo los ojos ciegos de no verte.
Tengo mi cuerpo abandonado al abandono
y tengo mi cuerpo tiritando de no poder tocarte.
Tengo la voz tosca de hablar con tanta gente
y tengo la voz preciosa de cantarte.
Tengo las manos agrietadas de la escarcha
y tengo las manos suaves de en el cielo acariciarte.
Tengo soledad, luz, alegría, tristeza,
rebeldías, amor, sonrisas y lágrimas...

Y también te tengo a ti, preciosa,
caminando por las venas con mi sangre.

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