lunes, 29 de agosto de 2011

La vida prometida.

-¿Crees en la vida después de la muerte?
-No.
-¿En fantasmas?
-Tampoco.
-¿Espíritus?
-Menos aún.
-Entonces, ¿crees que una vez muerta.. se acabó? Es decir, en eso consiste, ¿no? En pensar que hay algo después por lo que merece la pena vivir.. sino, ¿qué sentido tiene ir hacia delante?
-Supongo que ninguno. Es el fin común para todos. Es la ínfima parte que te toca enfrentar durante una ráfaga increíblemente corta de luz, color, movimiento y emoción. En fin, vida. Y de repente bum. Se acabó.
-¿No te parece mejor creer en que realmente existe algo más allá? ¿No te da motivos para continuar cada día luchando por conseguir lo que aprecias?
-Esa es la vía fácil y, por decirlo de alguna manera, bonita. No sé, tampoco cambia mucho creerlo o no. Naces y aprendes ciertas pautas para desarrollar una vida normal en un contexto normal con un trabajo normal y una familia normal. Los supuestos requisitos para ser feliz. Supongo que en realidad no existe otro fin que ese: ser feliz. Solo que la felicidad es embustera y escurridiza, traidora y falsa. Es en vano exigirle contratos de permanencia, no atiende a razones. Así que la cosa va así: vive cada día como mejor puedas y enfréntate a cada posible problema aportando las soluciones más placenteras, y continúa. No puedes saber si hay algo después de morir, pero no tengas prisa por saberlo. Vive, y punto.


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