El descontento alimenta cada vez más las palabras y las acciones, y el miedo es casi palpable. Ayer había tal tensión en Madrid que la atmósfera podía cortarse con cuchillo. A mí personalmente me dio vergüenza la actuación policial (esta opinión es compartida, afortunadamente, por una gran multitud). Pero viendo las imágenes y los incontables vídeos de gente apaleada y/o con la cabeza chorreando sangre, noté el surgir de otro sentimiento.
El miedo es el arma de dominio por excelencia, aquello que nos hace obedecer, callar y seguir como borregos (voluntarios o involuntarios). Pero una vez que se le planta cara al miedo, ya sólo queda el deseo irrefrenable de rebelarse, de jugársela, de ganar.
Y en las caras de esa gente ya no había miedo.
Nosotros crearemos un mundo mejor, y viviremos en paz todos nuestros 26. Felices veintiséis veintiséises, mi amor :)
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