Como un satélite fuera de órbita. Le da igual andar con los ojos abiertos o cerrados. Sabe que hoy toca otra vez entrar en la estación de San Bernardo. La verdad es que empieza a estar harta de esas paredes, harta de respirar ese aire viciado que le recuerda al hielo que le rodea el alma. Y a la vez le reconforta la luz triste de la estación, la gente esperando. Eso es todavía peor. Significa que deshacerse le parece una buena opción a ratos.
Pero hace tanto frío que ni las lágrimas la diluyen. Demasiado frío para ser agua.
Demasiado tarde para todo, para nada.
El tiempo ha dejado de ser el que era. Eso me pierde todavía más. Yo siempre fui puntual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario