Ojalá pudiera escribir algo.
Todavía no he salido de las canciones tristes.
Qué cansancio de todo.
Aunque lo que de verdad tenía ganas de hacer era suicidarme. Tenía ganas de tirarme por la ventana. Y creo que lo habría hecho si hubiera estado seguro de que alguien taparía mi cadáver tan pronto como aterrizara. No quería que un montón de estúpidos mirones me miraran mientras estaba todo ensangrentado.
J. D. Salinger, El guardián entre el centeno.
Hola.
ResponderEliminarNo puedes imaginarte la ilusión que me ha hecho meterme a este blog lleno de telarañas y recuerdos olvidados y leer tu comentario. No recordaba la contraseña, ni por qué escribía, tampoco lo mucho que me gustaba mezclar mi realidad con cosas fantásticas.
Tal vez vuelva a escribir, o tal vez no, pero el caso es que muchas gracias de corazón.
(En cuanto a El guardián entre el centeno... qué gran lectura)