Ya no puedo estar sin su presencia; el olor de su piel, el sonido de su voz, sus pequeñas maneras de representar a la muchacha más fuerte y a la más frágil del mundo. Su manía de no ponerse las gafas para ver el mundo tras el cristal ahumado de su visión lastimada; su forma de protegerse. Ver sin ver de verdad y, sobre todo, sin hacerse notar.
Pasa por delante de mí sin volverse, y desaparece en la oscuridad con un aire de cometa triste. Escucho un ruido de focos y juramentos en español. Mi cerebro le pide una sonrisa a mis recuerdos, pero el mensaje debe de haberse perdido por el camino.
Mathias Malzieu.
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