Por el rabillo del ojo veo que Peeta me ofrece la mano y lo miro, vacilante.
-¿Una última vez? ¿Para la audiencia? -me dice, no en tono enfadado, sino hueco, lo que es mucho peor.
El chico del pan empieza a alejarse de mí.
Lo cojo de la mano con fuerza, preparándome para las cámaras y temiendo el momento en que no me quede más remedio que dejarlo marchar.
Suzanne Collins, Los juegos del hambre.
NO PUEDEN HACERME ESTO.
¡¿Por qué, después de dos días casi sin dormir por no dejar de leer, por la angustia de saber qué iba a pasar con ellos, con Katniss y Peeta, por qué ahora dejan un final así?! AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGHHHHH
¡MUERTE!
Te toca mangear purple rose enana, pero te amo.
ResponderEliminarMil besos pequeña!