Sus ojos negros dejan de observar la mirada inquisitiva que el viejo le arrojaba, medita un instante y luego responde:
-Señor, yo, al contrario que usted, interpreto los sueños como el método que mi ser tiene de pedir lo que anhela. Sí, a veces puede ser caprichoso, puede hacerme sufrir, me muestra mis más acuciantes miedos. Pero yo ya dejé de tener malos sueños hace tiempo. Dejaron de mostrarme algo angustiantemente irreal. Yo ya tengo con quién soñar, señor. Mis sueños me hacen descansar junto a él aunque no esté exactamente a mi lado, y me recuerdan que existen la belleza, las sonrisas y los comentarios con sabor a miel. Y si bien a veces me visitan pesadillas, odiosas pesadillas que se centran en su persona, no encuentro mayor gozo que despertarme y decir "él sigue aquí".
El amor va más allá de todo miedo irracional, más allá de la alegría o de la felicidad. Incluso más allá del dolor, porque el amor duele, como es obvio. Y ya hemos construido puentes que nos permiten cruzar todo eso. Algunos costaron más que otros, pero bueno, yo al menos no pensaba que fuera a ser fácil. ¿Hemos llegado ya a la otra orilla? No sé, creo que en realidad esto consiste en seguir caminando. Juntos, por supuesto. Y si te caes, yo me aferro a ti y te sostengo. Y si me caigo, tú me recoges, como has hecho siempre. Y te defiendo con uñas y dientes. Y te beso y te hago el amor, y nos lanzamos al vacío, nos la jugamos, pero todo juntos.