domingo, 11 de enero de 2015

You may rise to find the sun.

El amarillo puede irse en cualquier momento. Me asusta. Me ha hecho falta su brillo para eclipsar el añil, para convertirlo en un azul desvaído, gastado por el tiempo (y las lágrimas). Ya no es el color oscuro que me engullía, aquel en el que me sentía tan perdida que temía no volver a orientarme jamás. El amarillo me ha recordado que el tiempo desgasta el dolor. Su luz ha empalidecido los cuadros de la tristeza que colgaban en mis paredes. Es un pequeño sol, aunque a veces se le olvide brillar para sí mismo.

Y aunque me asuste, aunque vea venir otra vez al añil a lo lejos, quiero que despliegues las alas y vueles tan lejos como te haga falta para seguir brillando, ahora que por fin eres consciente de tu luz. De tu amarillo desbordante.


(Aunque se me parta el corazón en mil pedazos.)