Hay momentos en los que un hombre tiene que luchar y hay momentos en los que debe aceptar que ha perdido su destino, que el barco ha zarpado, que sólo un iluso seguiría insistiendo. Lo cierto es que yo siempre fui un iluso.
Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuando él ya no está. De esta forma, el hombre se hace inmortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario